La Edad
de Piedra desembocó en la Edad de los Metales tras la Revolución Neolítica. Esta
revolución comportó cambios radicales en la tecnología agraria, que llevaron al
desarrollo de la agricultura, la domesticación animal y los asentamientos permanentes. La combinación de
estos factores posibilitó el desarrollo de la fundición de cobre y más tarde bronce. Esta corriente tecnológica empezó
en el Creciente fértil, desde donde se difundió. Los descubrimientos no tenían, y
todavía no tienen, carácter universal. El sistema de las tres edades no describe con precisión la historia de la tecnología de
los grupos ajenos a Eurasia, y no puede aplicarse en algunas poblaciones aisladas como
los centinelas, los Spinifex y ciertas tribus amazónicas, que todavía emplean la
tecnología de la Edad de piedra.
La Edad del Bronce es un período en la civilización en que se desarrolló en metalurgia el empleo de este metal, resultado de la fusión de cobre con estaño. Fue inventado en oriente medio hacia el IV milenio da sustituyendo al Calcolítico aunque en otros lugares esta última edad fue desconocida y el bronce sustituye directamente al período Neolítico. En el África negra, el Neolítico es seguido de la Edad del Hierro.
La fecha de adopción del bronce varía según las culturas:
En Asia Central el bronce llega alrededor del 2000 adC en Afganistán, Turkmenistán, e Irán.
En China, lo adopta la dinastía Shang.
La metalurgia del bronce apareció en el neolítico reciente, por lo que se produce una continuidad con el período anterior.
La población ocupa promontorios costeros y zonas rocosas, abandonando los asentamientos de la etapa anterior. Hay grandes asentamientos con sólidos bastiones y fortificaciones.
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